Masaje thai: el secreto para alcanzar el Nirvana

Sabes el típico sitio por el que pasas y lees: “se dan masajes thai”. Y entonces piensas: uy yo ahí no entro… ni harta de vino. Pues que sepas que tu mente turbia no va desencaminada, porque si traspasas la puerta, prepárate para el mejor final feliz de tu vida. 

A nosotras, nos lo recomendó una amiga. Fuimos. Y volvimos. Y volvimos a volver. Al entrar, ¡zapatos fuera! Te llevarán a una sala con colchones en el suelo (separados por cortinas) y te darán unos pantalones estilo Mari la de Chambao, antes de que un masajista se ponga a tus pies durante una hora. Con una técnica ancestral tailandesa, te dejará como nueva a través de los pies (bueno, en realidad de las piernas porque el masaje llega hasta los muslos). Y tú, mientras, te vas a echar una cabezadita de lo mucho que relaja.

El final feliz: al terminar estarás flotando. Suelta un kop khun khrap para hacerte la chula (es gracias en tailandés) y sal de allí con la sensación de una siesta reparadora que te dura varios días. ¡A coger cita!