12 restaurantes en Madrid para cenar y salir de fiesta

La Estrella es el lugar de encuentro de la gente cool de Madrid. Dos plantas pequeñas: arriba, donde la barra, te recibe un mural de azulejos cerámicos modernos precioso y unas cuantas mesas; abajo, todo es terciopelo azul que te envuelve, tres mesas y banquetas redondas que invitan a conversaciones íntimas y un reservado oculto tras unas cortinas -también azules-, al que verás entrar y salir gente muy guay (uy, ¿ese es…?). Toda la comida tiene un toque especial: anchoa en tostada con menta, cogollos braseados con vinagreta de tahini, pizza de carabineros ovalada y bastante grande, crema de pistacho…

¿Te gustaría haber vivido la Movida Madrileña? Tienes que pasarte por Casa Canito, un local de la calle Recoletos inspirado en la época. En la planta de arriba es un bar pequeñito, normal, para disfrutar de una consu con barra y un tapeo “retromoderno": ensaladilla cremosa de huevos de codorniz, coliflor en tempura embarrada, sandwichitos tonkatsu de lomo bajo de vaca... Pero la verdadera movida está abajo. Sal hasta la Calle Cid número 1 (el portal del lado), para acceder a La Movida Madrileña, un club clandestino con música de los años 80 y con detalles chulitos que no te podemos contar sin quitarle la gracia (si ves el teléfono, descuelga el teléfono…). Para poder entrar, tienes que pedirles la contraseña por Instagram.

Los del Bárbara Ann han abierto un nuevo garito cerca de Sol con el mismo concepto que el local original: primero puedes cenar y sobre las 23:30 o así, retiran las meses y el restaurante se transforma en discoteca, con música que mezcla Aitana, con Eminem o Las Ketchup, camareros marchosos que se suben (y te suben) encima de la barra o se arrancan a cantar y un público entre 28 y 48 años. 

Donde en su día se encontraba la meca del morreo el “69 Pétalos”, ahora está Aurora. Un restaurante-club con pista de baile, música en directo y un interior precioso de aires neoyorquinos en su época glamurosa: sillones de terciopelo azul, molduras doradas, cabezas de jirafa que salen de las paredes y sujetan lámparas de araña. Desde las 23:30 una banda empieza a tocar música en vivo -pop rock de los 80, 90, flamenco…- y desde las 02:00 hasta las 06:00 llega el turno del DJ. El público es de 35 para arriba, muy marchoso y entregado

Primero, cenas en una jaima de lujo de la que ya te hemos hablado aquí mientras ves un show de danza del vientre. Y luego, a las 00:30, bajas y te cuelas en el templo de Istar -diosa babilónica del amor y la belleza- para continuar la fiesta hasta las 5 de la mañana: buena música, mucho vip, champán y shishas. Abrieron la zona de discoteca hace dos semanas.

Vas a cenar por Ponzano. Y todos son jijis y jajas, hasta que quieres alargar la noche y ves las colas kilométricas de La que Faltaba y La Pocha. Spoiler: no vas a entrar. Para la próxima, reserva en Marabú. Porque en este restaurante rollo años 50 empiezas cenando rico, con música en vivo que va caldeando el ambientillo. Y luego, como a media noche: adiós mesas, hola Dj ¡y todos a la pista hasta la madrugada! Muchos días, hacen karaoke para que te dejes la voz cantando por Camela (estate al loro por su insta para enterarte de las sesiones).
 

Aquí la mandanga empieza una vez has acabado de cenar. Un show “improvisado” por los propios camareros es la señal que marca el inicio de la fiesta. Cuenta la leyenda, que a partir de medianoche cuando suben la música y las copas empiezan a rular, el ambiente se pone muy voulez-vous coucher avec moi ce soir (si tu público objetivo es de entre 28-34 años, claro). A nosotras, nos lo ha contado una amiga ;).

Este espacio con techos altísimos, ventanas a la calle Génova, camareros uniformados a los Wes Anderson y un pisto con huevos que te mueres, tiene ambientazo. Sobre la medianoche, despídete de los platos y cubiertos y dile hola a los copazos y la fiesta. Jueves, viernes y sábados tienen sesiones de DJ a partir de las 23:00 con música ecléctica y bailable.

En La Mamona se come bien y luego se festeja entre famosos reales -entre su público se encuentra gente del palo de Victoria Federica de Todos los Santos- o imitadores -Freddie Mercury, Michael Jackson…-. que ponen ambientazo con un pequeño show nada más acabar la cena antes de que empiece la fiesta. Por supuesto, hay bengalitas.

Si hablamos de los pioneros en este concepto de cena + fiesta, tenemos que hablar del Bárbara Ann. Aquí la marcha empieza desde bien temprano. Mientras tú te estás poniendo fina a patatas bravas, de repente los camareros cogen una guitarra, se suben a la barra y se ponen a cantar y a bailar para ir animando al personal. Termina rápido de cenar (ya estás rodeado de gente que quiere farra) y levántate presto para darle al bailoteo (el rollo de la música: menos comercial y más highway to hell). Eso sí, el local es muy pequeño y no cabe ni un alfiler (¡vivan los empujones!). Suerte para encontrar un sitio para los abrigos.

En Salvaje, todo es como muy animal: hay un rinoceronte colgando del techo, el DJ está metido dentro de una jaula de canario, la comida está enfocada a sushi (está muy bien) y, cuando llega la hora de la fiesta, el ambiente es suuuuuuperdivertido. ¿Qué más se puede pedir para sacar a relucir el instinto animal que llevas dentro? A ver, barato no es (por eso, su público es más bien de cuarentañeros bien avenidos). ¡Auuuuuuuuuu, nigiris!

¿Alguna vez has oído hablar de la metáfora del elefante en la habitación? Pues se materializa en Fanático. Solo que en lugar de representar los problemas que quieres ignorar, simboliza la juerga que te vas a pegar. Es el sitio de moda: local espectacular e instagrameable; público joven y cool (25-35 años) y cócteles increíbles para posturear en stories -hay uno que lo sirven en el zapatito de cristal de la Cenicienta- mientras suena algún temazo de Rauw Alejandro. Así que, no nos extraña que tenga casi el mismo número de influencers por metro cuadrado, que la boda de María Pombo. 

Cuando vayas a Panthera, debes tener en cuenta que a las once y media (ni un minuto más, y puede que un minuto menos…) tienes que estar cenao, porque ya empieza el sarao. Y ten claro que van a quitar la mesa, aunque tú sigas comiendo la tarta de 3 leches. Por lo que nuestra recomendación es que cojas turno prontito y que para entonces ya te hayas tomado el menta-poleo de la digestión. Porque amiga, ¡es hora de mover el esqueleto!

Sabes que Platea es un mercado chic de 3 plantas para comer y cenar en un lateral de la plaza de Colón. Bien, pues para cuando vayas, te montamos el plan: pica algo en El Patio (planta 0), o si vas con un grupo grande baja a El Restaurante (planta -1). En el espacio en general, siempre suele haber algún espectáculo de música en vivo, DJs o bandas cantando. Una vez tengas el buche lleno, dirígete a la última planta (palco fiestas) y entra en Club Farándula. No subas muy tarde porque cierran a las 02:30. Pero ya sabes lo que dicen, lo bueno si breve, dos veces bueno.