11 restaurantes que todavía no has probado

Si lo que buscas es una terraza con encanto y apta para frioleros, ¡equilicuá! Aunque fuera esté cayendo un chaparrón, tú estarás como en una especie de oasis rodeada de plantitas, de sillas y mesas de mimbre, de sofás color pastel y disfrutando de un delicioso hummus de calabaza y garbanzos (12,50 €), de una quesadilla de ropa vieja (11,50 €) o de unos mejillones a la marinera (16 €).

¿Sabes cuando vas a comer a un sitio y tienes que parar de contar tus batallitas al probar un plato, de lo delicioso que está? Pues en este pequeño local de rollo rústico en la Latina, te va a pasar. Porque aquí no hay plato malo. Croquetas de carabineros (3 €), alcachofas en escabeche de cerveza (13 €), tortellini de boniato (locurón a 13 €), cochinillo a baja temperatura (19 €). Las raciones son pequeñas, y casi lo agradeces para así poder probar más. Perdona, ¿qué te estaba contando?

En este chino súper auténtico, decorado con mucho gusto, no te esperes ni arroz tres delicias, ni cerdo agridulce. Aquí la comida es china, de la de verdad. Platos ricos y exóticos servidos en una vajilla pintada preciosa: pollo desmenuzado en salsa picante (pica de verdad), torreznos (con una salsita sabrosísima para mojar), arroz negro sobre hojas de loto (delicioso) o la flor de loto entera con osmanthus (textura raruna, pero sorprendente) a 8,95 €. Y medio pato laqueado a 28,95 €, que está de rechupete.

Abrió en octubre de 2020 en la calle Jorge Juan y es una vinatería-restaurante tan bonito y tan rico, que no tiene nada que envidiarle a su hermano de la calle Libertad. Aquí también tienen el champagne brunch (30 €) todos los domingos con el mismo concepto: plato principal a elegir, fichas de casino que puedes intercambiar por platitos dulces y salados en la barra y champagne del bueno. Pero si prefieres ir a comer o a hacer una cena tempranera, también te va a encantar. Todo está rico, pero nunca fallan la mortadella trufada (9 €), las alcachofas confitadas (4 € unidad), los quesos -cualquiera-, la pasta del día (entre 19 € - 20 €) y el tiramisú (5,50 €). Eso sí, todo acompañado de buen vino italiano (desde 3 € la copa). Si eres muy vinero, puedes pedir que te mariden cada plato con una copita diferente (es más caro, ojo, pero es top). Un consejo: pedirse una copa de Prunotto Moscato d’Asti para acompañar el postre... Spettacolare.

Abrió en diciembre este espacio grandioso, con techos altísimos, ventanas a la calle Génova, decoración en boga, camareros uniformados a los Wes Anderson, un pisto con huevos que te mueres (a 13 €) y hasta púlpito para el DJ. Cuando no está el DJ (en las comidas), el rollo musical es inesperado: tipo Manolo Escobar y su Viva España. De hecho, los domingos, parece que el público se va después a una capea (sombreros de fieltro para ellas, chalequitos para ellos; id y entenderéis). Hay que atinar con los platos (pisto sí, ternera no), pero es un sitio muy agradable para una comida bien entre amigos.

Nuevo libanés minimalista de revista de la calle Pelayo, en el que nos hemos cruzado con alguna influencer. Atmósfera romántica (velitas, paredes desconchadas, 6 mesas separadas), si no fuera por el ruido, un pelín demasié (los influenciadores gritan mucho). Pero siempre puedes pedirte la comida para llevar. Si tuviéramos que recomendar algo en especial (todo nos gusta), sería el Raheb (11 €), una especie de paté de berenjena asada con granada. Exquisito.

Un nuevo lugar en Malasaña, para tomar vermut casero (lo hacen con frutas de temporada). ¿Y para acompañar? Tienen una carta de tapas típicas con un toque rock: ensaladilla con ventresca y polvo de aceituna aliñada (6,50 €), sardinas y papada ibérica de flipar (9 €), bocata de atún en manteca (9 €), piparras y pimientos asados… ¿Quieres algo dulce? Repite con nosotras: flan cremoso de queso (5 €).

Abrió a finales de 2019, pero claro, con todo el jaleo del COVID, pues no te enteraste. A ver, no es barato. No, perdón: es carete. Pero para celebrar una fecha señalada en la que puedas permitirte deprimir tu tarjeta, es el lugar idóneo. Ovillo es un restaurante en el que todo es especial. Desde la localización a desmano en el Barrio de Prosperidad, hasta el servicio (jóvenes en riesgo de exclusión aprenden la profesión para reinsertarse). Por supuesto, la comida es muy diferente a lo que te encuentras habitualmente en una carta, porque no sigue modas. La vieira gratinada (9 €) es EXCELENTE, el pollo en costra de pan (26 €), exquisito, y la tarta de manzana (8 €), divina (la pavlova, no. No probéis la pavlova). La guinda en el pastel es el ambiente precio-cio-ciosísimo que han conseguido crear en un hangar (el local es una antigua fábrica de bolsos de lujo), lleno de velas y lucecitas, y árboles y hiedra por las paredes y mesas muy separadas con mantel y espejos y candelabros. ¿Y quién va? Pues un público de 30 a 60 años en plan bien. Y bastante famoso. Nosotros nos topamos con Bisbal…

De los creadores del mítico Bar La Gloria, llegó al corazón de Malasaña su nieta: Josefita. Esta taberna de cocina tradicional, sin artificios y con ese toque castizo que tanto nos gusta, es perfecta para ponerse bien fina filipina, en un ambiente joven y creativo. Es que a ver quién es la guapa que le dice que no a unos torreznos fritos melosos con puré de patatas ahumado (12, 50 €), al cazón en adobo con mayonesa de piparras (12,90 €), a las albóndigas en salsa de tuétano con daditos de patatas fritas (14, 90 €). ¡Ah! Y ojo a sus fuera de carta ;). Sales rodando, literalmente

En este local súper chulo de grandes ventanales, que ha tenido que posponer varias veces su apertura por la pandemia, hay un claro protagonista: el aguacate. Sus platos son sencillos (snacks, ensaladas, tostas, sándwiches), pero visualmente son una chulada (esa hamburguesa grita “Instagram”) y todos están elaborados con aguacates sostenibles y de calidad. Eso se nota. Todo está bueno, pero no te vayas sin probar las Avo Fries (6,75 €), unas patatas fritas de aguacate, bien crujientitas y acompañadas de una deliciosa mayonesa de trufa.

Nada más entrar, te vas a quedar impactada, porque la decoración de este restaurante es tan espectacular, que realmente parece que entras en una selva. Pero ojo, en una selva chic. La carta es muy original y todos los platos tienen un puntito exótico que los hace muy especiales. Todavía babeamos recordando la “Pasión por el Foie” (17, 90 €), deliciosa fruta de la pasión rellena de mousse de foie caramelizada que ooomg, está de 10. Deja hueco para la tarta de queso payoyo y violetas (8,50 €).